jueves, 9 de agosto de 2012

Imanes personalizados: polaridad positiva



Siempre hay hueco en la vida para las cosas importantes. Y una de ellas es la risa, el buen humor. Piense en esa viñeta en el periódico que hizo que sus compañeros le creyeran loco y enfadó a su jefe porque estaba leyendo el periódico en la oficina. En esa frase, profunda e ingeniosa que le hace sonreír.

Cambiemos de escenario: son las siete de la mañana. Invierno. La calle bajo cero y la casa no demasiado lejos puesto que, con la crisis, hay que ahorrar. Nos acercamos a la nevera y, antes de abrirla, nos topamos con imanes con una lapidaria sentencia sobre días malos que empeoran según la Ley de Murphy. O un dibujo de la Mafalda del gran Quino que, resignada ante la vida, suelta cualquier sentencia digna de un niño de cien años… ¿No se nos ilumina el día? El calor de esa sonrisa que nos brota de los labios, ¿No nos desentumece el cuerpo, entre dormido y helado?

Imanes personalizados: alegrémonos el día

Eso es lo maravilloso de los imanes personalizados: el mensaje que queramos transmitir o recordarnos con ellos estará siempre presente allí donde nosotros queramos se encuentre: en el frigorífico, dándonos los buenos días, en la puerta metálica del cajón de la oficina (que no lo vea el jefe, por si acaso)… Cualquier superficie de frío metal puede transformarse en soporte que provoque una cálida sonrisa… Un mejor día, en pocas palabras. Y luego dirán que los imanes son sólo trozos de metal que se pegan por no sé qué de los electrones y las polaridades…


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